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lunes, 5 de septiembre de 2016

Un pasado que quema

Era el Sol de aquel atardecer,
La arena en mis pies,
El vaivén de las olas...

Era el tic-tac que se lleva el tiempo,
Los minutos del día,
La mañana perfecta...

Era el fuego en la llama,
La chispa en mis ojos,
La esperanza del alma...

Era el sueño real,
La sonrisa valiente,
El abrazo eterno...

Era mis pies en la tierra,
Las alas de mi espalda,
La verdad de mi historia...

Era el latido en el pecho,
El sabor en la boca,
El cariño en cada gesto...

Era las caricias de la música,
Los nervios en mis cartas,
La Luna, cuando yo la miraba...

Era la risa de un niño,
La ilusión desbordada,
La calma, cuando todo quemaba...

Era la vida y el porvenir,
El secreto guardado,
La mirada... a lo más hondo.

Era el pellizco en el brazo,
El despertar siempre soñando,
La espera de un beso.

Era el Te Quiero gritado,
Un camino llenito de pasos,
El azul del cielo despejado...

Era la lucha con mis tormentas,
El ancla del barco,
El puerto seguro...

Era el escalofrío de emoción,
La lágrima que cura y no moja,
La mano tendida que nunca reprocha...

Era la poesía y su rima,
Los renglones azules,
La inicial de todos los nombres...

Era los ojos del mundo,
La sonrisa del mar,
Los pies del destino...

Era el viento que revienta cristales,
El mensaje en la botella,
La isla de mis sentidos...

Era un café disfrutado,
Las palabras de muchas charlas,
El viaje hacia adentro...

Era corazón y mi latido,
Lo que nunca esperé,
Un regalo infinito...

Era amor en todos sus rincones,
Era la verdad sin temores,
Era el coraje y yo fui el miedo...

Era nido, era hogar, era manta y era abrigo...

Era un sueño, señores.
Era eso y muchísimas cosas más.
Era y es.
Y supongo que siempre será.
Aunque, a veces, la ausencia lo niegue...

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