Apareciste de pronto, una noche, enredado en mis rutinas y abriéndome camino.
Poner los pies en otra senda y soñar, fue sólo uno.
Me dejaste hablar de todo y que te contara... (Es verdad, te conté de más).
Abrir el alma enlatada y almacenar la esperanza de ti, fue el dos.
El polvo de tus caminos me ocultó los pasos... ¡qué fácil fue perderme!
Que el sol me alumbrara los rincones y tropezarme en tus esquinas..., que eran mías. Tres.
En las palmas de tus manos, mis heridas y mis sueños...
Confiar en que jamás las cerrarías, no me enseñó a ver tus cuatro dedos clavados en mis miedos.
Vender lo que no es tuyo, sin dolor ni conciencia es un arte de pocos.
Las lágrimas y la impotencia que no te mojan, suman cinco.
No desandaré la silueta que me dejas.
No intentaré darte más material.
Dijo Neruda que el amor no llama a la puerta, la derriba, sin más.
Cuando llegues a un final para ti inesperado,
Piensa que tuviste mi verdad en la palma de tus manos...
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