Estuve, aquella vez,
sentada al borde de un alma,
con vistas a su abismo.
Dispuesta a saltar,
Tardé mucho en entender
Que no me agarraría
En caso de caer...
Me siento ahora tentada
Por una mirada descarada,
Que se detiene cuando pasa,
Que me sonríe... y que me abrasa.
Un alma nueva
Que no me obliga a saltar,
Pero me toma de la mano
Y promete que no me soltará.
Porque me quiere entera,
Recoge mis pedazos,
Y siento que me cura,
Al filo de sus brazos...
Y ya no recuerdo
La letra de aquella canción.
Ni por qué yo escribía
Suplicando perdón.
Cada cual elige el fuego
en el que quiere arder,
Y este calor me anuncia tormenta.
Si se quemó o se consumió,
Ya no lo sé.
Sé que algún día lo contará:
Cuando el tiempo le pida cuentas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario