No hay luz en el salón.
Tan sólo la bombilla que alumbra
los pasos de la gente que, afuera,
aún anda perdida...
Te acercas sin dudar:
Una mano en mi espalda,
La otra... busca en mis caminos
Un lugar donde pararse a descansar.
Viaja tu boca hasta mi oído
Dejando colgados besos de cielo y abrigo.
Me muevo entre susurros,
De palabras que vienen de ojos cerrados.
Me quedo quieta y te respiro,
Sacándole el jugo a cada latido...
Me miras y te bailo
y, otra vez,
me siento bonita.
Te nombro y me cantas,
Me enseñas cómo se detiene el tiempo,
De esta noche infinita...
Mi cabeza en tu pecho,
Tus brazos en mi espalda,
A fuego lento nuestros pasos,
Y ser eternos en nuestras madrugadas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario